Para qué lo voy a ver



OTRA DEMOSTRACIÓN DE PODERES CONTRARIOS.   GETAFE -  BARCELONA. COPA DEL REY
Fernando y Gali lo fliparon, a mi me lo contó Fernando, la historia de este partido, estaba en su casa y creo que habló con Gali, "para qué lo voy a ver" si ese partido está sentenciado, le comentó, y Fernando le dijo, claro está sentenciado, para ver como gana el Barcelona, mejor no lo veo...


Pues así ocurrió...



Ocurrió el milagro. Los de Schuster salieron al campo muy motivados y lograron lo impensable: encajar cuatro goles al actual campeón de Liga, un Barcelona cada día más mermado, y clasificarse para la final de la Copa del Rey, que tuvo lugar el 22 de junio en el estadio Santiago Bernabéu.
Tenía casi los dos pies fuera de la final de Copa tras el 5-2 del Camp Nou, pero ante su público el Getafe resurgió y ridiculizó al Barça en un partido histórico, memorable para el modesto club madrileño.
El Barcelona saltó al terreno de juego acongojado y recibió una avalancha desde el primer segundo. No se había cumplido el minuto de juego y el conjunto azulgrana ya había recibido el primer susto: un disparo de Daniel Güiza que no acertó a batir a un Jorquera cuando estaba solo delante de la portería
Temprana ofensiva
No fue casual la primera oportunidad getafense. Los hombres de Bernd Schuster salieron mentalizados para arrinconar al Barcelona, que en los primeros 45 minutos no salió de su terreno de juego. El centro del campo blaugrana fue absorbido por el gran trabajo del suizo Fabio Celestini y Javier Casquero, inmensos durante el primer acto.
El carrusel de oportunidades se sucedieron en la portería de Albert Jorquera, que llegó a ver como la pelota se paseó en el primer periodo hasta ocho veces cerca de los tres palos. Las más claras estuvieron en las botas de Daniel Güiza y el letón Maris Verpakovskis, pero ambos no tuvieron la fortuna de mandar el balón a la red.
La afición, clave
Pero el Getafe no se amilanó. Pese a no culminar sus ocasiones, nunca se desesperó y usó la paciencia como un arma mortal. Mientras, el conjunto de Frank Rijkaard confiaba en la amplia renta obtenida en el Camp Nou y estaba dormido, esperando el pitido final para viajar el 23 de junio al Santiago Bernabéu.
Entonces apareció Javier Casquero para abrir la lata catalana. El jugador toledano ya había avisado en las últimas jornadas. Su disparo desde fuera del área es temible. Corría el minuto 38 cuando agarró un chutazo que botó delante de Jorquera, que no pudo impedir que subiera el primer tanto al marcador.
La afición del Getafe se convirtió en el jugador número doce y Güiza, antes del descanso, anotó el segundo. El Barcelona se fue al vestuario sin disparar a la portería de Luis García y con la cabeza gacha.
La reanudación no llegó con una tregua para la escuadra de Frank Rijkaard. El Getafe todavía tenía gasolina y siguió acosando la meta defendida por Jorquera. Sin embargo, y como al principio de la primera parte, el conjunto 'azulón' no materializaba sus ocasiones. Güiza pudo marcar el tercero, pero el arquero azulgrana paró milagrosamente un cabezazo a bocajarro del jerezano.
Pesadilla para los de Rijkaard
El técnico holandés intentó arreglar el desaguisado con el islandés Eidur Gudjohnsen y el argentino Javier Saviola, pero no era la noche. Todo estaba en contra del Barcelona y todo a favor del Getafe.
La suerte estaba echada para los catalanes. Sólo había que esperar la puntilla. Y ésta llegó en la cabeza de Vivar Dorado. Una falta botada por el rumano Cosmin Contra acabó en la cabeza del veterano futbolista, que mandó la pelota a la red y puso el delirio en la grada. La remontada se había culminado.
Sin tiempo para despertar de la pesadilla, Albert Jorquera recogió el cuarto de la red. Güiza fusiló la meta barcelonista y el delirio se transformó el locura. El público llevó en volandas a su equipo hasta el final del encuentro.
El Getafe hizo historia, consiguió lo imposible. El Barcelona no jugó la final en el Bernabéu. Lo hizo el Getafe de Bernd Schuster.

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